Han pasado dos años desde que María Isabel Murillo o MISI, la conocida pionera del teatro musical colombiano, falleció. Sin embargo, su legado sigue presente y creciendo.
Sus alumnos la recuerdan como una mujer guerrera, enamorada de los niños, soñadora, exigente y sonriente. Yo no tomé clases con ella o en su escuela, pero cuando la conocí, entendí porqué sus estudiantes la querían tanto. Ella tenía un aura que emanaba profesionalidad.
“MISI siempre soñaba en grande, por eso se metía en unas producciones gigantescas y conseguía el dinero suficiente a punta de estar golpeando las puertas de los patrocinadores. Vivía enamorada de su trabajo, por eso era la persona más workaholic que he conocido en mi vida.” dijo Vanessa García, ex-alumna de MISI y ahora profesora de Danza Jazz en la escuela, cuando le pregunté por cómo la recordaba. García agregó: “Su generosidad y pasión por los niños siempre estaba presente en su trabajo, formó una familia muy unida con sus estudiantes. Crecer en MISI es de las mejores cosas que me han pasado.”
María Isabel fue una pionera del Teatro Musical en Colombia y estableció un estándar de calidad bastante alto para las escuelas y los creadores de estos eventos escénicos en el país.
Desde muy joven María Isabel empezó a componer y esto la llevó a estudiar pedagogía musical en la universidad. Luego de crear un coro llamado Timpanitos, grabar unos cuantos discos y escribir para televisión, María Isabel emprendió su proyecto más grande y ambicioso: crear una escuela de formación para actores y bailarines de Teatro Musical compuesto de cuatro partes.
Empezando con MISI Taller Infantil Creativo, un espacio diseñado para acompañar a parejas que estén esperando un bebé. Luego está el entrenamiento educativo dividido en el programa de teatro musical para niños y jóvenes, el programa de formación profesional en alianza con la Universidad El Rosario en Bogotá y finalmente la Compañía MISI Producciones.
En Colombia, MISI no es sólo un apodo para María Isabel, es también un lugar: su escuela. Todavía es muy común oír a alguien decir que está en MISI o va para MISI, también los que no hicimos parte de la escuela conocemos a sus alumnos como “los de MISI.”
La filosofía que María Isabel usó para su proyecto fue establecer “una plataforma de desarrollo cultural y creativo para la consolidación del teatro musical en Colombia”; sin duda alguna lo logró.
La compañía es de las que más producciones y trayectoria tiene en el país, ha formado a más de 25,000 artistas y ha llevado el talento colombiano a escenarios en Alemania, España, Francia y los Estados Unidos. También se esforzó por traer directores, actores y coreógrafos de Broadway y poder trabajar con ellos.
Su misión fue tener producciones nacionales de teatro musical de alta calidad, esto la llevó a crear desde espectáculos navideños como “Cartas a Papá Noel” y “La Más Grande Historia Jamás Cantada” hasta un tributo a su país con “Ella Es Colombia, El Musical”. Además, fue la única compañía autorizada en Colombia para hacer producciones de musicales de Disney como “Aladdin” y “La Bella y la Bestia”.
“No había ni acabado de estrenar un show y ya estaba pensando y planeando el del siguiente año.” comentó Leonardo Palacios, director musical en MISI Producciones.
Las tradiciones tras bambalinas no podían faltar, Leonardo también cuenta que María Isabel le dejaba una rosa blanca en el camerino a cada persona del equipo el día que estrenaban un espectáculo.
Palacios termina diciendo: “Misi siempre fue una mujer muy hábil y la vida se encargó de darle la oportunidad de crear su proyecto.”
El legado de MISI no sólo está en los más de veinte musicales originales que compuso sino en su aporte a la música infantil colombiana y al teatro musical. María Isabel sigue viva en la pasión de sus estudiantes, en el ambiente que se vive en su escuela y en la calidad de sus producciones. Su trabajo marcó un antes y un después del Teatro Musical en Colombia. Además, se fue de pie en un escenario presentando con orgullo a su elenco al terminar la primera función de “30 Años de Navidad”. ¿Trágico? Sí. ¿Poéticamente bello? Totalmente.
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